EL DULCE CANTO DE LA AFLICCIÓN:

INTRODUCCIÓN:

Durante la guerra civil española, en el año 1939, un predicador apasionado del evangelio fue detenido y puesto en prisión en el sur y encerrado con anarquistas y comunistas, todos los cuales, en aquellos terribles tiempos, eran condenados a ser fusilados. Algunos de ellos comenzaron a escribir maldiciones en las paredes contra el general Franco y sus partidarios, pues estaban desesperados comprendiendo lo que les aguardaba.

El Evangelista, que esperaba lo mismo que ellos, escribió en la pared:

«No temaís a los que matan el cuerpo pero después no tiene más que hacer; Temed a quien puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno; así os digo, a este temed».

Firmando esta advertencia con el nombre de JESUCRISTO. Y añadió abajo en letras mayúsculas el conocido texto de Juan 3:16.

Los prisioneros leyeron ambos escritos y algunos se burlaron como es de esperarse, pero uno de los presos, que era un joven director de colegio, mostró interés en preguntar y el evangelista tuvo la satisfacción de explicarle más detalladamente el Evangelio, y los motivos que tenemos para creer, pues se trataba de un hombre escéptico pero que en el fondo buscaba la verdad.

Un día éste joven le dijo al predicador:

«Mi nombre está en la lista de los que van a hacer ejecutados hoy; Y ESTOY MUY CONTENTO DE QUE ESCRIBIERAS AQUEL TEXTO EN LA PARED; antes hubiera estado desesperado, pero ahora, aunque

siento tener que morir tan joven, NO ESTOY DESESPERADO, PORQUE SÉ QUE VOY A ESTAR CON JESÚS Y ALGÚN TE VERÉ DE NUEVO EN EL MUNDO DE DIOS». ( P. J. Buffard, fundador y primer director de la Spanish Gospel Mission en Valdepeñas).

Hermano, a la luz de tus circunstancias presentes, ¿TU ESPERANZA DE ESTAR CON JESÚS ES MAYOR A CUALQUIER SUFRIMIENTO?

Sin duda, una de esas páginas oscuras de la vida son los momentos de sufrimiento y aflicción; no comprendemos el porqué de estos, más aún, siendo cristianos.

¿Cómo un Dios amoroso puede permitir que sus hijos sufran?

¿Será que el Señor se ha olvidado de nosotros?, ¿Quizá nos ha abandonado a nuestra suerte?

Sí, sé que son preguntas un tanto insolentes, que no le haríamos a nuestro pastor o algún otro cristiano sin sentir vergüenza o incomodidad, pero que honestamente muchos de nosotros hemos pensado en estas preguntas en los distintos momentos oscuros de nuestra vida; cuando la soledad y dolor tocan a nuestra puerta.

Quizá esas sean las preguntas que te estás haciendo hoy o en estos días, ¿Por qué sufro, si he servido al Señor con tanta pasión?

Mis hermanos, en esta ocasión quisiera meditar junto a ustedes sobre este tema tan relevante, sobre todo hoy que vivimos tiempos tan turbulentos. Hablemos de las aflicciones, pero NO TERMINAREMOS HABLANDO SOLO DE ELLAS.

Me gustaría dirigir sus miradas a una esperanza que es mucho mayor a cualquier aflicción; a una gloria que es mucho más grande que cualquier prueba; a una Victoria que es capaz de hacer parecer ligero nuestro momento de dolor.

Para eso, me gustaría que me acompañaran a la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios capítulo 4:8-18.

«8 Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte[f] de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
11 Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo[g] mortal. 12 Así que en nosotros obra la muerte, pero en vosotros, la vida. 13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por tanto hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos; 14 sabiendo que aquel que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 15 Porque todo esto es por amor a vosotros[h], para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios.

16 Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. 17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, 18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».

Oremos al Señor:

«Mi Señor, éste día abre nuestros ojos a las maravillas de tu Palabra. Ayúdanos a ver tu gloria, a contemplar tu hermosura.

No permitas que sea un sermón más, sino uno en dónde podamos poner nuestra confianza nuevamente en Tí, en donde nuestros corazones puedan ser consolados con la verdad del Evangelio.

Señor, abre nuestros oídos a tu verdad, TU PALABRA ES LA VERDAD.

Ayúdanos a ver las bellezas infinitas de nuestro Salvador, de tal manera que nuestras aflicciones presentes palidezcan ante la dicha de nuestra Unión con Cristo.

En su precioso Nombre oramos. Amén.

EL DULCE CANTO DE LA AFLICCIÓN

Conforme al pasaje que acabamos de leer, me gustaría meditar con ustedes en 3 puntos principales:

Un sufrimiento real (v. 8-11).

Un fruto glorioso (v. 12-15).

Una esperanza Inquebrantable (v. 16-18).

Así dividiremos el ensayo, al que he titulado:

EL DULCE CANTO DE LA AFLICCIÓN. ¿Qué nos anuncian nuestros sufrimientos?

Veamos nuestro primer punto:

1- Un sufrimiento real.

Leamos nuevamente, 2 Corintios 4:8-9.

«8 Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados;
9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos;
10 llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo 11 Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal».

Estas palabras son del apóstol Pablo, dejándonos ver cuales son las características de su ministerio. Uno marcado de aflicciones, pero NO DE DERROTA.

Pero si hoy leyéramos esto a un sector del cristianismo que cree que todo es prosperidad, comodidades y lujos, saltarían de sus bancas y dirían:

¡Cuánta falta de fe! ¡Cuánta desesperanza! ¡Pobre apóstol Pablo que no halló las 5 claves para una vida libre de sufrimiento y carencias!

Oh, mi hermano, cuán errado es este tipo de «cristianismo» que hace a Dios el genio de la lampara, que nos cumple todos nuestro caprichos y que se niega a disciplinarnos.

El énfasis de éste falso evangelio [de la prosperidad] no es Dios, sino lo que podemos sacar de Él. No es Jesucristo la piedra angular, sino nuestros sueños y metas.

El énfasis de éste falso evangelio [de la prosperidad] no es Dios, sino lo que podemos sacar de Él. No es Jesucristo la piedra angular, sino nuestros sueños y metas.

Pero cuán inútil es esta farsa y su discurso, no nos ayudan en absoluto a vivir esta vida como debe de ser vivida, ni tampoco nos ayudan a sufrir bien, ni mucho menos, nos preparan para aquel día que crucemos el umbral de la muerte; cuando nuestro Señor nos llame a su presencia.

Necesitamos el Evangelio y nada más que el verdadero Evangelio.

Como dijo C. S. Lewis:

«Necesito a Jesucristo y no a nada que se le parezca».

«Necesito a Jesucristo y no a nada que se le parezca».

C. S. Lewis.

Por ello, mi hermano, hoy deseo en el Señor que profundicemos en la gloriosa herencia que tenemos en el VERDADERO EVANGELIO. LA DICHA QUE ES TENER A JESUCRISTO EN NUESTROS PEQUEÑOS Y DÉBILES CORAZONES.

Para esto, me gustaría empezar observando las 4 afirmaciones seguidas de 4 negaciones, o 4 frases paradójicas que hace Pablo en este texto:

1. «Estamos afligidos o atribulados en todo, pero no angustiados».

La palabra aquí usada nos da la idea de estar en una situación en la que uno soporta todas las presiones del mundo circundante; la palabra implica el proceso de prensar como las uvas.

Es vivir situaciones en que sentimos que las circunstancias nos aplastan, nos ahogan, nos estrangulan.

¿Sabes de lo que hablo?

¿Has vivido dichas dificultades?, ¿Has estado en esos momentos en que la presión de la vida es tanta que piensas que todo se ha terminado?, ¿Cuando las lágrimas son tu única opción?, ¿Cuando el sufrimiento es el único paisaje que puede ver nuestros nublados ojos de la angustia?

Mi hermano, Pablo te entiende perfectamente. Mi hermano, yo te entiendo.

¿Cómo?, ¿Acaso te has sentido así?, ¿No se supone que deberías venir a darnos esperanza y no venirnos a deprimir?

Sí, mi hermano, yo he pasado esos momentos, cuando todo parece estar bien, y de repente, todo mi universo se cae a pedazos. Mi vista tan clara como el amanecer, de repente se ha nublado.

Pablo nos entiende, Pablo vivió múltiples tribulaciones que parecían acabar con su vida.

Por ejemplo en la primera carta a los Corintios, capitulo 1, versículo 8 escribe:

«8 Porque no queremos que ignoren, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia. Porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida».

Ahora veamos lo que sucedió en Hechos 14:19-28:

«19 Pero vinieron algunos judíos de Antioquía y de Iconio, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20 Pero mientras los discípulos lo rodeaban, él se levantó y entró en la ciudad. Y al día siguiente partió con Bernabé a Derbe. 21 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23 Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. 24 Pasaron por Pisidia y llegaron a Panfilia. 25 Y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia; 26 y de allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27 Cuando llegaron y

reunieron a la iglesia, informaron de todas las cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y se quedaron mucho tiempo con los discípulos».

¡Wow! ¡Asombroso es el celo, la pasión y la fortaleza de este apóstol que muchos menospreciaban, que muchos falsos maestros desechaban!

El camino del apóstol no fue uno pavimentado por rosas, sino por grandes aflicciones.

Por ello dice, en las siguientes frases de nuestro texto: 2. «Perplejos, pero no desesperados».
3. «Perseguidos pero no abandonados».

De acuerdo a ésta última frase, como buen maestro de las Escrituras, seguramente venia a la mente de Pablo pasajes como:

«El Señor vuestro Dios os acompaña; nunca os dejará ni os abandonará» (Dt. 31:6)

«Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». (Mateo 28:20).

También Pablo dice:
4. «Derribados pero no destruidos».

Así como un luchador tira a su contrincante al suelo, así mismo Pablo es alzado y luego tirado al suelo.

A pesar de todo ello, NO SE HALLA DESTRUIDO. COMPLETAMENTE DESESPERADO, Y NUNCA ABANDONADO.

Comentando éste pasaje, el puritano Mathew Henry, el gran comentarista bíblico, dice al respecto:

«En cualquier situación, por penosa que sea, los hijos de Dios tienen en Él y de Él consuelo, ayuda y fuerzas; siempre hay un «pero no» que hace llevadera, y aun consoladora, la situación más difícil y peligrosa».

Así es, mis hermanos, podemos estar pasando por las dificultades más tormentosas; podremos estar caminando por los valles más oscuros, y transitar por los senderos más dolorosos, aún así, ¡NO ESTAMOS VENCIDOS! ¡PUES ÉL HA VENCIDO Y EN ESO DESCANSAN NUESTROS CORAZONES!

Podemos estar pasando por las dificultades más tormentosas; podremos estar caminando por los valles más oscuros, y transitar por los senderos más dolorosos, aún así, ¡NO ESTAMOS VENCIDOS! ¡PUES ÉL HA VENCIDO Y EN ESO DESCANSAN NUESTROS CORAZONES!

Nuestra paz no proviene de la abundancia de pruebas o aflicciones, nuestra esperanza estriba en que Él en la Cruz ha vencido completa y perfectamente.

Por lo tanto, podemos unirnos con Pablo:

«8 Afligidos en todo, PERO NO AGOBIADOS; perplejos, PERO NO DESESPERADOS; 9 perseguidos, PERO NO ABANDONADOS; derribados, PERO NO DESTRUIDOS;»

Aún más, Pablo continúa diciendo en los versículos 10 y 11:

«10 llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo 11 Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal».

La muerte de Cristo, sus padecimientos y sufrimientos, Pablo los está padeciendo en una medida menor, pero lo está haciendo.

Aquí, Pablo, usa una palabra que describe el proceso de morir, y no la muerte como un hecho o un evento.

El apóstol está continuamente muriendo…

En otra parte (1 Cor. 15:30-31) Pablo dice:

« 30 Y también, ¿por qué estamos en peligro a toda hora? 31 Os aseguro, hermanos, por la satisfacción que siento por vosotros en Cristo Jesús nuestro Señor, que cada día estoy en peligro de muerte».

Aún así, NO ESTÁ DERROTADO.

¡Pues es EN CRISTO, no en nuestros sufrimientos o comodidades, que descansa nuestra victoria!

Pablo lo dice así en otra parte, Romanos 8:31-39:

«31 Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 32 El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó[p], el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo[q]? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Tal como está escrito:Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día;
somos considerados como ovejas para el matadero.

37 Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro».

¡Oh mis hermanos, podrán separar nuestras cabezas de nuestro cuerpo, aún con todo, Cristo es nuestra VICTORIA!

¿Lo leíste?

v. 37: «¡EN TODAS ESTAS COSAS SOMOS MÁS QUE VENCEDORES EN AQUEL QUE NOS AMÓ!»

¿En qué cosas?

En todas las aflicciones, en todos los dolores, en absolutamente todos los sufrimientos… somos MÁS QUE VENCEDORES.

¿Por qué somos más que vencedores en todas estas circunstancias?

¿Qué es lo que dice el texto?

«38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro».

¡Sí, en eso reside nuestra victoria: en que nada ni nadie podrá separarnos de Cristo!

¡Qué rujan los leones, que venga la tormenta, que desenvainen la espada, que prendan la hoguera: NUESTRA VICTORIA ETERNA ES CRISTO!

La muerte no es nuestro fin, sino sólo el comienzo de la verdadera vida.

Dice Pablo: PORQUE ESTOY CONVENCIDO.

No es una mera especulación, sino la seguridad de su alma.

¿Lo es de la tuya, mi hermano?

¿Qué tormentas estás pasando?

¿Has perdido a algún familiar?, ¿La persona que amás se ha ido?

¿Estás padeciendo alguna enfermedad?, ¿Estás sufriendo algún dolor?

¿Te has quedado sin trabajo, has perdido las cosas que poseías? ¿Estás siendo perseguido o pasando burlas a causa de tu fe? Los hijos que amas, ¿se han alejado del Evangelio?

Dime, que es aquello que estás padeciendo, qué es lo que está agobiando tu corazón. Qué es lo que te mantiene cabizbajo.

Bueno, permíteme decir algo, cual sean tus circunstancias:

¡EN CRISTO SOMOS MÁS QUE VENCEDORES!

Y NADA EN ÉSTE UNIVERSO, PODRÁ SEPARARNOS DE ESE TAN SUBLIME E INEXPLICABLE.

NADA, NADA LO ABSOLUTO NOS PODRÁ ARREBATAR DE CRISTO. Podrán separar nuestras cabezas de nuestros cuerpos, pero JAMÁS PODRÁN SEPARAR NUESTRO CORAZÓN DEL AMOR REDENTOR DE CRISTO.

Podrán separar nuestras cabezas de nuestros cuerpos, pero JAMÁS PODRÁN SEPARAR NUESTRO CORAZÓN DEL AMOR REDENTOR DE CRISTO.

¡QUÉ ESPERANZA MÁS GLORIOSA! ¡Y QUÉ FRUTOS MÁS PRECIOSOS QUE LOS QUE PRODUCE EL EVANGELIO EN NOSOTROS, APESAR DE LAS AFLICCIONES!

Eso nos lleva a nuestro segundo punto:

2- Un fruto eterno.

Vayamos nuevamente a 2 Carta a los Corintios capítulo 4, versículos 12 al 15:

«12 Así que en nosotros obra la muerte, pero en ustedes, la vida. 13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por tanto hablé», nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 14 sabiendo que Aquel que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con

Jesús, y nos presentará junto con ustedes. 15 Porque todo esto es por amor a ustedes, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios».

¡Vaya texto!

Pablo, les está diciendo a los Corintios: NOSOTROS MORIMOS, PARA QUE USTEDES VIVAN.

Los padecimientos de Pablo era por AMOR A LOS ESCOGIDOS, Y CLARO, SOBRE TODO, POR AMOR A CRISTO.

¿Por qué tanta seguridad?, ¿Por qué tanta valentía? El versículo 14 lo dice claramente:

«14 sabiendo que Aquel que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará junto con ustedes».

La esperanza de Pablo, dijimos anteriormente, descansa en la victoria lograda y consumada de Cristo a nuestro favor!

Y parte de esa victoria fue sobre la muerte.

¿Esto qué implicaciones tiene?, ¿Qué tiene que ver con nosotros?

Bueno, Pablo dice, «yo sé que estoy siendo expuesto a la muerte, a sufrimientos, al dolor constantemente, pero tengo la seguridad de algo: SERÉ RESUCITADO, ¡Y USTEDES TAMBIÉN! COMO CRISTO FUE RESUCITADO».

¡Wow! ¡Cómo no tener coraje cuando tenemos una victoria que vence a la misma muerte!

¡Seremos resucitados! ¿Y cómo es esto?

Bueno, el dolor, el sufrimiento, las aflicciones se acabarán cuando poseamos cuerpos resucitados, pero ¿Adivina qué?

También nuestro peor y más terrible enemigo será derrotado eternamente: ¿A qué enemigo me refiero?

No, no es al diablo, tampoco el mundo… sino NUESTRO PECADO.

¡Sí! ¡Viene el día en que el pecado no hallará más cabida en nuestros corazones!

Sí, ya somos cristianos, pero no aún perfectos.

Sí, ya somos hijos de Dios, pero aún luchamos con la incredulidad.

Sí, ya somos perdonados, pero aún buscamos salvarnos por nuestros propios méritos, que si leemos la Biblia, que si oramos, diezmamos, servimos, etc.

Muchas veces pensamos que por lo que hacemos, ¡DIOS DEBERÍA DE AMARNOS Y CLARO, DARNOS SU SALVACIÓN!

¿No es así?

Sí, ya somos redimidos, pero aún sufrimos por este cuerpo mortal y dado al pecado.

ANSIAMOS NUESTRA REDENCIÓN COMPLETA, GEMIMOS PORQUE SEAMOS REVESTIDOS DE ETERNIDAD.

¿Acaso no te lamentas de que aún tu cuerpo y tu alma no son perfectos?

Por ello, Pablo mira los peligros de muerte como anuncios y cantos de la resurrección de nuestros cuerpos mortales.

Pablo escribe en 1 Cor. 5:2-5 NVI:

«De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas. 2 Mientras tanto suspiramos, anhelando ser revestidos de nuestra morada celestial, 3 porque cuando seamos revestidos, no se nos hallará desnudos. 4 Realmente, vivimos en esta tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Es Dios quien nos ha hecho para este fin y nos ha dado su Espíritu como garantía de sus promesas».

También en Romanos 8:22-23 escribe:

«22 Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo».

Y Por si no fuera suficiente, escribe en Filipenses 3:20-21:

«20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, 21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo».

Si mis hermanos, eso nos espera, eso nos aguarda.

En vista de una redención tan grande y de una Resurrección tan gloriosa, ¿Qué son nuestras aflicciones?, ¿Qué es nuestra muerte?

Pablo continúa diciendo en el versículo 15:

15 Porque todo esto es por amor a ustedes, para que la gracia que se está extendiendo por medio de muchos, haga que las acciones de gracias abunden para la gloria de Dios

Todos los sufrimientos y amenazas de muerte es por amor a la Iglesia del Señor. Y el supremo propósito es la gloria de Dios.

Para que más y más personas se unan para alabar a nuestro Trino Dios.

El apóstol sufre por los escogidos del Señor para lo siguiente, Apocalipsis 7:9-12:

«9 Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo:

La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y

alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12 diciendo:

¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén».

Es por eso que debemos ser movidos, por amor a la Iglesia de Cristo, para que abunde la gloria de Dios.

Nuestra meta debe ser esa. Y no otra. QUE NUESTRO DIOS SEA CONOCIDO, ATESORADO Y GLORIFICADO.

Esto, mis hermanos, nos lleva a nuestro tercer y último punto:

3- Una esperanza inquebrantable.

16 Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en
día. 17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación,18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».

Santiago 1:2; Romanos 8:35-39.

Por lo tanto, no desfallecemos. Esta frase del apóstol Pablo es casi una conclusión de lo que ha venido diciendo en todo el texto: NO HAY RAZÓN PARA TIRAR LA TOALLA, NO HAY MOTIVO PARA DEJAR LA CARRERA, NO HAY OBSTÁCULO QUE NOS PUEDA DETENER EN VISTA DE LA HERENCIA Y VICTORIA ETERNA QUE TENEMOS EN CRISTO.

Pero noten que hay algo más por lo cual el ápostol Pablo no desfallece: PORQUE AUNQUE SU HOMBRE EXTERIOR (su cuerpo físico) VA DECAYENDO, EL INTERIOR SE VA RENOVANDO, SE VA ACERCANDO AL DÍA DE SU COMPLETA REDENCIÓN.

Los teólogos han denominado a éste proceso: EL YA Y EL TODAVÍA NO DE NUESTRA REDENCIÓN.

Ya somos salvos, eso no está a discusión para aquellos que han reconocido sus pecados y han abrazado por la fe y los méritos de Cristo la Salvación, PERO… QUE AÚN NO SOMOS PERFECTOS.

Aún no amamos a Dios con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra mente.

Pero llega el día en que nuestra confesión de labios será una con el amor de nuestro corazón. Nuestros cantos serán la realidad de nuestros deseos, y nuestros todos nuestros anhelos girarán en torno a la gloria de nuestro Dios.

Por eso ahora, nos damos cuenta que nuestro cuerpo envejece, que se va agotando cada día.

El Dr. J. E. Campbell describía el desgaste de nuestro cuerpo y la inminente muerte de la siguiente manera:

«El día de la mudanza se está aproximando; no sabemos exactamente cuando se detendrá ante nuestra puerta el camión de mudanza, pero una cosa es cierta para todos, y sobretodo para los ancianos: al ir acercándose el día nos damos cuenta de la necesidad de dejar nuestra habitación actual y ocupar la nueva casa, «no hecha de manos, sino eterna en los cielos». El dueño de la casa que he estado ocupando aquí en la tierra me da la noticia, por medio de mis achaques, de que debo mudarme pronto, pues los cimientos se están hundiendo, el sistema de calefacción está fallando y las ventanas se están oscureciendo y la nieve ha cubierto todo el tejado».

Ahora notemos como el autor de Eclesiástes, que presumiblemente se adjudica al rey Salomón dice:

«12:1 No dejes que la emoción de la juventud te lleve a

olvidarte de tu Creador. Hónralo mientras seas joven, antes de que te pongas viejo y digas: «La vida ya no es agradable».
2 Acuérdate de él antes de que la luz del sol, de la luna y de las estrellas se vuelva tenue a tus ojos viejos, y las nubes negras oscurezcan para siempre tu cielo. 3 Acuérdate de él antes de que tus piernas—guardianas de tu casa—empiecen a temblar, y tus hombros—los guerreros fuertes—se encorven. Acuérdate de él

antes de que tus dientes—esos pocos sirvientes que te quedan— dejen de moler, y tus pupilas—las que miran por las ventanas— ya no vean con claridad.

4 Acuérdate de él antes de que la puerta de las oportunidades de la vida se cierre y disminuya el sonido de la actividad diaria. Ahora te levantas con el primer canto de los pájaros, pero un día todos esos trinos apenas serán perceptibles.

5 Acuérdate de él antes de que tengas miedo de caerte y te preocupes de los peligros de la calle; antes de que el cabello se te ponga blanco como un almendro en flor y arrastres los pies sin energía como un saltamontes moribundo, y la alcaparra ya no estimule el deseo sexual. Acuérdate de él antes de que te falte poco para llegar a la tumba—tu hogar eterno—donde los que lamentan tu muerte llorarán en tu entierro.

6 Sí, acuérdate de tu Creador ahora que eres joven, antes de que se rompa el cordón de plata de la vida y se quiebre la vasija de oro. No esperes hasta que la jarra de agua se haga pedazos contra la fuente y la polea se rompa en el pozo. 7 Pues ese día el polvo volverá a la tierra, y el espíritu regresará a Dios, que fue quien lo dio».

Nuestra vida está en desgaste, nuestros mejores años van pasando, pero nuestro hombre interior, nuestra alma redimida va acercándose a un nuevo amanecer, va asomándose a la venta de la completa redención, al día en que seremos como él, porque le veremos, como dijo el apóstol Juan.

Esto no quiere decir que seremos exactamente como Cristo en su naturaleza y divinidad, sino que resucitaremos en cuerpos inmortales como Él lo hizo; seremos revestidos de inmortalidad.

Y claro, esa promesa es para los creyentes, aquellos que han puesto su fe y esperanza en Cristo.

Si no has puesto aún tu esperanza en Él, ¿Qué esperas?

¿Hasta cuándo has de resistir a Aquel que no solo puede darte dicha en esta vida, sino que a su lado, hay delicias eternas?

¡Él mismo es la dicha! ¡Él mismo es la suma de la alegría!

Una que los creyentes comienzan a experimentar incluso, a pesar de los sinsabores que este mundo nos trae.

Así lo expresa Habacuc 3:17-18:17:

«Aunque la higuera no eche brotes,

ni haya fruto en las viñas;
aunque falte el producto del olivo,
y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del aprisco,
y no haya vacas en los establos,
18 con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación».

¡Sí, hay gozo aun medio de nuestros sufrimientos y carencias! Porque nuestra alegría no se haya en lo que este moribundo mundo nos pueda ofrecer: fama, belleza, riquezas, desenfreno sexual, amor egoísta, etc.

Nuestra alegría es mucho más grande que éste mundo, pues nuestra alegría se resumen en una palabra y en una Persona: CRISTO.

Cristo, nuestra esperanza de gloria. Pero esperen, aún no hemos concluido. Pablo continua diciendo:

«17 Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación,18 al no poner nuestra vista en las cosas que

se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».

¡Wow! ¡Qué palabras! Pues a pesar de todo el sufrimiento que ha experimentado el apóstol Pablo, dice que estas son leves.

No se si yo pueda decir lo mismos de mis aflicciones, pues honestamente, a veces, me parecen insoportables, y eso que mis aflicciones no le llegan ni a los talones de las de Pablo.

¿No es así, mis hermanos?

Hay ocaciones en que pensamos que todo se ha terminado; pero cuando comparamos nuestras «aflicciones» con las de otros hermanos, nos damos cuenta cuán berrinchudos somos:

Nos ponemos triste cuando esa foto que subimos no alcanza los 100 likes, bueno, los 50.

Nos ponemos ansiosos cuando nuestra cuenta de Netflix no funciona.

Nos ponemos tensos cuando el internet nos falla.

Nos deprimimos cuando las personas no nos hacen caso. Cuando no somos el centro de atención.

¡Niñerías!

Creo que hay hermanos sufriendo de verdad, pero cuidado porque muchas veces, sino la mayoría, de eso que nos aflige no es otra cosa que nuestros ídolos no siendo satisfechos.

Por ejemplo:


¿Por que te enojas en el tráfico?

Porque TÚ ERES LA PERSONA MÁS IMPORTANTE EN AQUEL MOMENTO, y los demás no entienden que tú y no ellos, deberían dejarte pasar.

¿Por qué te pones ansioso cuando tus hijos no hacen lo que quieres?

Porque tu esperanza la has puesta en la perfección de tus hijos.

¿Por qué no te contentas con el sueldo y la vida que tienes?

Porque deseas aquello que el mundo nos dice que deberíamos tener para ser felices. Y ojo, no estoy diciendo que buscar prosperar económicamente sea algo malo, no, pero poner EN ESO TU ESPERANZA ES IDOLÁTRICO Y DESTRUCTIVO.

Y aún, antes las aflicciones de este mundo, Pablo dice nos producen un peso cada vez más excelente de gloria.

En otras palabras, las aflicciones cantan, anuncian y motivan nuestro deseo por la gloria venidera.

Por eso elegí el título para éste mensaje: «El dulce canto de la aflicción».

Pues las aflicciones, las agonías del presente nos hacen gemir por un mejor futuro, LO MEJOR ESTÁ POR VENIR, PERO ESO VENDRÁ CUANDO NUESTRO SALVADOR VENGA POR SEGUNDA VEZ.

ESO, MI HERMANO, ¡SERÁ LO MÁS GLORIOSO QUE HAYAMOS VISTO O SIQUIERA IMAGINADO!

Muchos se aterran ante la Segunda Venida de Cristo, y claro, deberías TEMER AL GRAN JUEZ EN SU VENIDA SI NO TE HAS RENDIDO A SU SEÑORIO.

Pero cristiano, ¿ESTO NO DEBERÍA LLENARTE DE ALEGRÍA? Nuestro Rey viene, y nuestra redención con Él.

Muchos se aterran ante la Segunda Venida de Cristo, y claro, deberías TEMER AL GRAN JUEZ EN SU VENIDA SI NO TE HAS RENDIDO A SU SEÑORIO.
Pero cristiano, ¿ESTO NO DEBERÍA LLENARTE DE ALEGRÍA? Nuestro Rey viene, y nuestra redención con Él.

Por eso, Pablo dice en Romanos 8:18:

«18 Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada».

Esto completa lo que Pablo ya ha dicho:

«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación».

«Sobrepasa toda comparación» en una medida que sobrepasa toda medida imaginable; con «superioridad insuperable» como lo traduce Francisco Lacueva.

Es algo fuera de toda proporción. ¿Y qué es eso que sobrepasa toda comparación?

«LA GLORIA QUE HA DE SER REVELADA». ¿De qué está hablando?

De la restauración de todas las cosas. Cuando nuestro Señor ponga en orden todo, cuando el mundo caído sea renovado; cuando nuestros cuerpos sean transformados; cuando la miseria de paso a la gloria; cuando el dolor le ceda el paso a la dicha; cuando el sufrimiento sea cambiado por la alegría; cuando la injusticia sea exterminada por la justicia; cuando el pecado sea aniquilado por la pureza.

Cuando todo sea redimido.

Esto queda perfectamente expresado en Romanos 8:18-23:

«18 Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. 19 Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza 21 de que la creación[k] misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. 23 Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo».

No, mi hermano. Éste NO ES TU FINAL. Si has creído en Cristo, las aflicciones, incluyendo la muerte, no son nuestro destino: nuestro destino es UNA GLORIA SIN FIN; UNA DICHA ETERNA PORQUE VIVIREMOS CON NUESTRO SALVADOR Y LE VEREMOS CARA A CARA.

No, mi hermano. Éste NO ES TU FINAL. Si has creído en Cristo, las aflicciones, incluyendo la muerte, no son nuestro destino: nuestro destino es UNA GLORIA SIN FIN; UNA DICHA ETERNA PORQUE VIVIREMOS CON NUESTRO SALVADOR Y LE VEREMOS CARA A CARA.

Una de las escenas cinematográficas mas preciadas para mí, es una en donde Gandalf le dice a Pippin en el Retorno del Rey, cuando la batalla parece perdida, y el final cercano:

«Yo nunca pensé en este final», – Dijo Pippin. «¿Final?», preguntó Gandalf.

«No, el viaje no termina aquí. La muerte solo es otro camino, uno que todos vamos a recorrer. La cortina de lluvia gris del mundo se abre, y se transforma en plata y cristal, después lo ves.

¿Qué es lo que ves? Ansioso pregunta Pippin.

Blancas costas, y más allá, un país lejano y verde a la luz de un amanecer.” Suspirando anhelando aquel día.

Pippin lo ve sonriendo, y exclama: ¡Bueno, eso NO ESTÁ NADA MAL!

Gandalf lo ve con ojos casi cristalinos y dice: ¡NO, NO ESTÁ NADA MAL!

Oh. Si mi hermano, aquí no se ha acabado todo, vamos hacia las tierras imperecederas, como las llama Tolkien.

Nos dirigimos al puerto eterno con nuestro GRAN CAPITÁN QUE ES CRISTO.

Y esto no es una suposición, es la realidad, es nuestra esperanza, es nuestra CERTEZA.

Cuando el científico y hombre de Fe, Miguel Faraday estaba en su lecho de muerte, algunos periodistas le hacían preguntas de sus suposiciones respecto a la muerte y el alma.

¿Suposiciones?, ¡No! – Contestó. Respuesta que dejó atónitos a los presentes.

Continúo diciendo:

«Lo que yo creo no son suposiciones, sino que ME APOYO EN SEGURIDADES; como Pablo, digo: `Yo sé en quien he creído, y estoy cierto de que es poderoso para guardar lo que le he confiado hasta el último día».

Así es, hermano, nuestra fe no es una suposición, sino la realidad más gloriosa del Universo.

Esto es así porque el Evangelio no es una invención humana, sino un hecho histórico.

¿Cuál es este hecho?

Que Cristo, la segunda Persona de la Trinidad, se encarnó, tomó forma de hombre; vivió una vida intachable, cumpliendo perfectamente la ley de Dios; pero padeció como un malhechor, murió como el más pecador, ¿POR QUÉ RAZÓN?

Por ti y por mí; el justo por los injustos, a fin de llevarnos a Dios.

Él fue abandonado en el Cruz para que tú y yo fuéramos reconciliados y adoptados como HIJOS DE DIOS.

¿Y CÓMO SABEMOS QUE ESTO ES REAL?

Porque el Padre lo levantó de la muerte; la muerte no pudo con el poder que no tiene rival ni hay quien lo detenga, pues el poder que resucitó a Cristo es el poder del Dios todopoderoso, quién también nos resucitará.

Si resucitó a Cristo, desgarrando a la muerte, mi hermano, escucha esto con atención:

¡ÉL NOS RESUCITARÁ! ¡ÉL NOS VESTIRÁ CON ROPAS INCORRUPTIBLES! ¡ÉL CAMBIARÁ NUESTROS CUERPOS CORRUPTOS EN INCORRUPTIBLES!

Y el fin de las aflicciones vendrá, porque Cristo exterminó a la muerte y al dolor.

Viene el día, oh sí, hermano, ese día viene, en que iremos a casa, a nuestro hogar celestial, como dice el himno:

«Venid, pecadores, que Dios por su amor, Al cielo nos llama, que es patria mejor; Donde nunca la aurora perdió su fulgor.

Donde brilla la gloria del Dios Creador. ¡Oh, si, venid, venid!
Al cielo nos llama, que es patria mejor. Dejemos, hermanos, aparte el dolor;
Que arriba en los cielos el mundo cantor, De espíritus puros, proclaman Señor

A Cristo, Dios-Hombre, el gran Redentor. ¡Oh, si, venid, venid!
Allí son eternos La Paz y el amor.
Trabajas y sufres aquí, pecador;

El pan que tu comes tendrás con sudor: Mas Dios te reserva por suerte mejor Primicias celestes de eterno valor.
¡Oh si, venid, venid!

El cielo es del alma la patria mejor».

Si mis hermanos, ¿PUEDEN OÍR EL DULCE CANTO DE LA AFLICCIÓN QUE ANUNCIA LA LLEGA DE UNA PATRIA MEJOR?

En aquel día diremos, como ese personaje en la última batalla de los cuentos de Narnia:

« ¡Por fin estoy en casa! ¡Éste es mi auténtico país! Pertenezco a este lugar. Ésta es la tierra que he buscado durante toda mi vida, aunque no lo he sabido hasta hoy».

¿Que pasará si hoy mismo muriéramos?, ¿Cuál seria nuestro final?

Bueno, permítanme, para terminar, usar las palabras del gran comentarista bíblico, Mathew Henry, que escribió para que fueran consideradas por aquellos que lamentaran su muerte:

«¿Te gustaría saber dónde estoy?

Estoy en el hogar, en la casa de mi Padre, en las mansiones preparadas para mí. Estoy donde quería estar hace muchos años, no en el mar tempestuoso de la vida, sino en el puerto calmado y seguro de Dios. Mi tiempo de siembra ha acabado, estoy cosechando, mi gozo es como el gozo de la cosecha

¿Quisieras saber cómo va todo conmigo?

VEO A DIOS, no como a través de un oscuro espejo, sino cara a cara. Estoy gozando de la compañía de mi precioso Redentor. Estoy cantando aleluyas a Aquel que se sienta sobre el trono, y estoy constantemente alabándole.

¿Quisieras conocer que compañía tengo?

Es mejor que la mejor de la tierra. Aquí están los santos ángeles y los espíritus de los justos redimidos; estoy con muchos de mis antiguos conocidos con los que trabajé y oré y han llegado aquí antes que yo.

Finalmente, ¿Quieres saber cuánto tiempo va esto a seguir?

¡Se trata de un amanecer que nunca se desvanecerá! Después de muchos años o siglos será tan nuevo como ahora, y aun ha de mejorar en el día de Cristo. Por todo ello, NO LLORÉIS POR MÍ».

¡Wow! ¡Qué certeza! ¡Qué esperanza!

Que el Señor no ayude nuevamente a poner nuestra esperanza en Cristo y en su Gloria.

Oh mis hermanos, anhelamos aquel día en el que le veremos y seremos satisfechos para siempre.

Como dijo el Puritano John Owen:

«Una sola mirada a la hermosura gloriosa de Cristo es suficiente para conquistar y capturar nuestros corazones».

«Una sola mirada a la hermosura gloriosa de Cristo es suficiente para conquistar y capturar nuestros corazones».

– John Owen.

Amén.

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