¿Por qué leer a C. S. Lewis? Por John Piper.

El hombre que me enseñó a ver.

Me presentaron a Lewis en mi primer año de la universidad mediante su libro Mero cristianismo.

Durante los siguientes cinco o seis años, siempre tuve cerca un libro de Lewis. Creo que sin su influencia, no habría vivido mi vida con el mismo gozo y provecho. Hay algunas razones para ello.

1- Esnobismo cronológico.

Me hizo ver el esnobismo cronológico. Es decir, me mostró que la novedad no es virtud, lo viejo no es vicio. Que la verdad, la belleza y la bondad no se determinan por el momento en que existen. Que nada es menos por ser viejo, y nada es más por ser moderno. Esto me libró de la tiranía de la novedad y me abrió las puertas de la sabiduría de los siglos.

Hoy la mayor parte de mi alimento espiritual proviene de antaño. Agradezco a Dios por la precisa demostración de Lewis de lo obvio.

2- Racionalismo y poesía.

Este autor me convenció y demostró que la lógica rigurosa, precisa y penetrante no se opone al sentimiento, la vivacidad e incluso al júbilo de una imaginación viva. Él era un «racionalista romántico».

Combinaba cosas que casi todo el mundo supone mutuamente excluyentes: el racionalismo y la poesía, la fría lógica y el calor de la emoción, la prosa disciplinada y la imaginación libre.

Al romper con estos viejos estereotipos, me liberó para que pudiera pensar con lógica y escribir poesía, para que pudiera defender la resurrección y escribir himnos a Cristo, para poder derrumbar un argumento y abrazar a un amigo, para exigir una definición y utilizar una metáfora.

3- Sentido de la Realidad.

Lewis me dio un intenso sentido de la «realidad» de las cosas. Es difícil describir cuán precioso es esto. Despertar a la mañana y ser consciente de la firmeza del colchón, el calor de los rayos del sol, el sonido del reloj, el verdadero ser de las cosas (él lo llama «esencia»).

Me ayudó a sentirme vivo, a ver lo que hay en este mundo… objetos que cuando los tenemos, los damos por sentados o casi los obviamos, pero por los cuales daríamos un millón de dólares en caso de no tenerlos.

Hizo que me volviera más consciente de la belleza. Hizo que mi alma se enterara de que hay maravillas cotidianas que despiertan adoración con solo abrir los ojos. Sacudió mi alma dormida y echó sobre mi rostro un balde de agua fría de realidad, para que la vida, Dios, el cielo y el infierno entraran en mi mundo con toda su gloria y horror.

4- Destrozando el existencialismo.

Sacó a la luz la sofisticada oposición intelectual al valor y la existencia objetiva, mostrando su estupidez al desnudo. El rey filosófico de mi generación no llevaba ropa, y el escritor de libros infantiles de Oxford lo decía con todo coraje:

No podemos seguir para siempre «mirando a través» de las cosas. El propósito de ver a través de algo es verlo en su totalidad. Es bueno que la ventana sea transparente porque la calle y el jardín que están detrás son opacos. ¿Qué pasaría si miráramos también a través del jardín? No sirve de nada intentar «ver a través» de los primeros principios. Si lo hacemos, todo será transparente. Y un mundo completamente transparente sería invisible. Ver «a través» de las cosas equivale a no ver nada.

C. S. Lewis, The Abolition of Man [La abolición el hombre] (Nueva York: Macmillan, 1947), p.
Publicado en español por Madrid Encuentro.

¡Cuánto más podría decirse del mundo según lo veía C. S. Lewis! Él tiene sus fallas, algunas de ellas graves. Pero jamás dejaré de agradecer a Dios por este maravilloso hombre que se cruzó en mi camino en el momento preciso.

Tomado del libro: «No desperdicies tu vida», por John Piper.

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