UNA ESPERANZA INQUEBRANTABLE.

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«Espero en el Señor ; en Él espera mi alma, Y en Su palabra tengo mi esperanza». Sal. 130:5.

No, nuestra esperanza no se halla en el gobierno; no se encuentra en una vacuna, no estriba en el hombre. Nuestra esperanza está anclada a la Palabra del Amo y Señor de todo el Universo.

Esa era la creencia firme del salmista que clama desde el profundo dolor:

‘Desde lo más profundo, oh Señor , he clamado a Ti. ¡Señor, oye mi voz! Estén atentos Tus oídos A la voz de mis súplicas. ‘ Salmo 130:1-2. 

Por lo que respecta al salmista, no sabemos con precisión que era lo que experimentada exactamente, pero uno clama cuando siente dolor o incertidumbre.

Quizá el salmista representa a muchos de nosotros en este momento; en donde la crisis económica, el dolor por la pérdida de alguien amado o la enfermedad, han invadido nuestras almas.

Quizá vivimos ese momento de oscuridad, dónde la mano del Señor parece ocultarse, o su Rostro esconderse.

¿A dónde iremos?, ¿A quién correremos?, ¿En dónde pondremos nuestra esperanza?

Algunos lo harán en gobierno de la 4T; otros en la nueva vacuna, que al parecer ya es una realidad; y quizá algunos más, en que las circunstancias mejoren.

Cual sea la fuente de tu esperanza, todas estás van a fallarte en un momento; no importa con cuanta pasión creas en ellas, nada en este mundo puede darte una esperanza permanente; en cambio, todo en este mundo, ha de cambiar o desaparecer por completo.

 

Un día este gobierno ha de desaparecer; algún día una nueva enfermedad surgirá; en un mañana los cimientos de tu comodidad serán conmovidos.

 

Todo en lo que pones tú esperanza de esta tierra tiene fecha de caducidad. Todo es momentáneo e incierto … aún con todo esto, te pregunto:

¿Enserio pondrás tu esperanza en estas cosas?

Quisiera recordarte la esperanza de un hombre como nosotros: con tristezas y aflicciones, pero cuyo CORAZÓN se hallaba anclado a la fuente de esperanza permanente: LA PALABRA DEL SEÑOR.

Leamos nuevamente el Salmo 130:5:

«Espero en el Señor ; en Él espera mi alma, Y en Su palabra tengo mi esperanza». Sal. 130:5.

La Palabra de Dios era su esperanza. No es la palabra de un hombre; no es el discurso de un político; es LA VOZ DEL DIOS TODOPODEROSO, Aquel que gobierna la totalidad de este vasto Universo.

Sus circunstancias no eran las mejores, sus tiempos eran turbulentos y su dolor, profundo, pero su esperanza era segura y en ella, reposaba su alma.

Este día, pide al Señor que tu corazón se afirme en esta verdad. En la fuente de verdadera esperanza: En la Palabra de Dios que revela a Jesucristo, como nuestra ancla segura.

Pon tu confianza en el Evangelio que es la buena noticia de que Uno padeció hace dos mil años, para que hoy, no reine la incertidumbre en tu corazón; para que la aflicción no devore tu alma.

Desiste de tus ídolos que has hecho en esta tierra, arrepiéntete y corre al Evangelio revelado en las Sagradas Escrituras.

¿Cómo podemos estar seguros en un mundo inseguro?

Ve a Cristo y Su Palabra, es lo único firme y permanente en un mundo inestable y mutable.

Arrójate a los brazos de tu Salvador; mira a Cristo, y ten esperanza. Mira a Aquel que un día volverá y enjugará toda lagrima, sanará todo dolor y nos llenará de una esperanza que no conocen fin… ¿realmente lo crees?, ¿verdaderamente lo esperas?

¿En quién o en qué pondras tu esperanza en este día?

 

 

 

 

 

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